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- http://www.mercaba.org/Biblia/Comentada/Levitico.htm
- https://www.youtube.com/watch?v=-dYLglD3Ixc
- https://www.youtube.com/watch?v=DGyu33m56nQ
- https://www.google.com.co/search?q=nehemias&rlz=1C2AVNE_enCO648CO648&biw=1517&bih=650&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0CAYQ_AUoAWoVChMIrPTn0YCMyQIVSjMmCh3f0w9L&dpr=0.9#tbm=isch&q=libro+biblico+de+ester
- https://www.youtube.com/watch?v=_FZ9S6iRe6M&spfreload=10
- https://www.youtube.com/watch?v=NtBGzUW9Jww&spfreload=10
- https://www.youtube.com/watch?v=E0KhYYPhBQ8&list=PLEyhdwboraJTAUA69W6NmkGuoCONivHO1
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- https://www.youtube.com/watch?v=YUrwME6PbiI
- http://www.mercaba.org/FICHAS/BIBLIA/nociones_elementales.htm
jueves, 12 de noviembre de 2015
Bibliografia
Datos Curiosos
Había dos cánones entre los judíos de los Libros Santos: el
Canon Breve (palestinense) y el Canon Largo (alejandrino).
El Antiguo Testamento en hebreo ( Canon Breve) está formado
por 39 libros y se divide en tres partes: “ La Ley”, “Los Profetas” y
“Los Escritos”. A estos 39 libros se les conoce como
“proto-canónicos”.
El Antiguo Testamento en griego (Canon Largo) está formado por
46 libros. La versión griega de la Biblia, conocida como de los
Setenta, cuenta con 7 libros más: Tobías, Judid, Baruc,
Eclesiástico, I y II de Macabeos y Sabiduría. Además, algunas
secciones griegas de Ester y Daniel. A estos libros se les llama
“deutero-canónicos”.
Los judíos en Alejandría tenían un concepto más amplio de la
inspiración bíblica. Estaban convencidos de que Dios no dejaba de
comunicarse con su pueblo aún fuera de la Tierra Santa, y de que
lo hacía iluminando a sus hijos en las nuevas circunstancias en que
se encontraban.
Jesús debió utilizar el Canon Breve, de 39 libros, pero los
Apóstoles, al llevar el Evangelio al Imperio Grecorromano, utilizaron
el Canon Alejandrino. Así, la Iglesia primitiva recibió este canon que
consta de 46 libros.
En el siglo III comenzaron las dudas sobre la inclusión de los
deutero-canónicos. La causa fueron las discusiones con los judíos,
en las cuales los cristianos solo utilizaban los libros
proto-canónicos. Algunos Padres de la Iglesia hacen notar estas
dudas en sus escritos ( por ejemplo Atanasio (373), Cirilo de
Jerusalén (386), Gregorio Nacianceno (389)), mientras otros
mantuvieron como inspirados también los deuterocanónicos (por
ejemplo Basilio ( 379), Agustín (430), León Magno (461)).
A partir del año 393 diferentes concilios, primero regionales y
luego ecuménicos, fueron precisando la lista de los Libros
“canónicos” para la Iglesia. Estos fueron:
Concilio de Hipona (393)
Concilio de Cartago (397 y 419)
Concilio Florentino (1441)
Concilio de Trento (1546)
En este último, solemnemente reunido el 8 de abril de 1546, se
definió dogmáticamente el canon de los Libros Sagrados.
Los protestantes sólo admiten como libros sagrados los 39 libros
del canon hebreo. El primero que negó la canonicidad de los siete
deuterocanónicos fue Carlostadio (1520), seguido de Lutero (1534)
y luego Calvino (1540).
ANTIGUO TESTAMENTO
13.¿Cuáles son los libros Históricos del Antiguo Testamento?
Loa libros Históricos del Antiguo Testamento son 21:
Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio (que forman el
Pentateuco), Josué, Jueces, Ruth, I y II Crónicas o Paralipómenos, I
y II Esdras (el 2º llamado también Nehemías), Tobías, Judit, Esther, I
y II Macabeos.
14.¿Cuáles son los libros didácticos del Antiguo Testamento?
Los libros didácticos del Antiguo Testamento son 7:
Job, Salmos, Proverbio, Eclesiastés, Cantar de los Cantares,
Sabiduría y Eclesiástico.
15.¿Cuáles son los libros Proféticos del Antiguo Testamento?
Los libros proféticos del Antiguo Testamento son 18:
Los cuatro Profetas Mayores: Isaías, Jeremías( con
Lamentaciones y Baruc), Ezequiel, Daniel, y los doce Profetas
Mnores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum,
Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
Autores:
Cindy Dayana Quintero Jimenez
Alberto Jose Brito
Bendiciones a Todos.
Canon Breve (palestinense) y el Canon Largo (alejandrino).
El Antiguo Testamento en hebreo ( Canon Breve) está formado
por 39 libros y se divide en tres partes: “ La Ley”, “Los Profetas” y
“Los Escritos”. A estos 39 libros se les conoce como
“proto-canónicos”.
El Antiguo Testamento en griego (Canon Largo) está formado por
46 libros. La versión griega de la Biblia, conocida como de los
Setenta, cuenta con 7 libros más: Tobías, Judid, Baruc,
Eclesiástico, I y II de Macabeos y Sabiduría. Además, algunas
secciones griegas de Ester y Daniel. A estos libros se les llama
“deutero-canónicos”.
Los judíos en Alejandría tenían un concepto más amplio de la
inspiración bíblica. Estaban convencidos de que Dios no dejaba de
comunicarse con su pueblo aún fuera de la Tierra Santa, y de que
lo hacía iluminando a sus hijos en las nuevas circunstancias en que
se encontraban.
Jesús debió utilizar el Canon Breve, de 39 libros, pero los
Apóstoles, al llevar el Evangelio al Imperio Grecorromano, utilizaron
el Canon Alejandrino. Así, la Iglesia primitiva recibió este canon que
consta de 46 libros.
En el siglo III comenzaron las dudas sobre la inclusión de los
deutero-canónicos. La causa fueron las discusiones con los judíos,
en las cuales los cristianos solo utilizaban los libros
proto-canónicos. Algunos Padres de la Iglesia hacen notar estas
dudas en sus escritos ( por ejemplo Atanasio (373), Cirilo de
Jerusalén (386), Gregorio Nacianceno (389)), mientras otros
mantuvieron como inspirados también los deuterocanónicos (por
ejemplo Basilio ( 379), Agustín (430), León Magno (461)).
A partir del año 393 diferentes concilios, primero regionales y
luego ecuménicos, fueron precisando la lista de los Libros
“canónicos” para la Iglesia. Estos fueron:
Concilio de Hipona (393)
Concilio de Cartago (397 y 419)
Concilio Florentino (1441)
Concilio de Trento (1546)
En este último, solemnemente reunido el 8 de abril de 1546, se
definió dogmáticamente el canon de los Libros Sagrados.
Los protestantes sólo admiten como libros sagrados los 39 libros
del canon hebreo. El primero que negó la canonicidad de los siete
deuterocanónicos fue Carlostadio (1520), seguido de Lutero (1534)
y luego Calvino (1540).
ANTIGUO TESTAMENTO
13.¿Cuáles son los libros Históricos del Antiguo Testamento?
Loa libros Históricos del Antiguo Testamento son 21:
Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio (que forman el
Pentateuco), Josué, Jueces, Ruth, I y II Crónicas o Paralipómenos, I
y II Esdras (el 2º llamado también Nehemías), Tobías, Judit, Esther, I
y II Macabeos.
14.¿Cuáles son los libros didácticos del Antiguo Testamento?
Los libros didácticos del Antiguo Testamento son 7:
Job, Salmos, Proverbio, Eclesiastés, Cantar de los Cantares,
Sabiduría y Eclesiástico.
15.¿Cuáles son los libros Proféticos del Antiguo Testamento?
Los libros proféticos del Antiguo Testamento son 18:
Los cuatro Profetas Mayores: Isaías, Jeremías( con
Lamentaciones y Baruc), Ezequiel, Daniel, y los doce Profetas
Mnores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum,
Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
Autores:
Cindy Dayana Quintero Jimenez
Alberto Jose Brito
Bendiciones a Todos.
Libros Historicos y Narrativos.
LOS LIBROS DE LAS CRÓNICAS
Los
libros de las Crónicas constituían originariamente un solo libro: la división
en dos tuvo lugar bajo el influjo de las traducciones griegas y latinas en el
siglo XV. Ese título está significando que contiene o pretende contener “la
crónica de toda la historia divina”.
El
autor es uno solo, posiblemente levita, y escribe en la época postexílica,
después de las obras de Esdras y Nehemías, y la fecha más probable es alrededor
del año 300 a.C. El recibió después varias adiciones, sobre todo en los
listados de nombres.
Extrae
su información de diversas fuentes, no sólo del Génesis y Números para los
listados, sino también de Samuel y Reyes, pero además se advierte que uso
fuentes que nos son desconocidas, pero tiene su valor en el estudio de la
historia de este pueblo.
La
estructura de los libros se la puede plasmar así: 1Crón 1-9 genealogía de los
hijos de Jacob desde Adán hasta Saúl; 1Crón 10 Saúl; 1Crón 11-29 David; 2Crón 1-9 Salomón; y 2Crón 10-36
Acreditación y fracaso de los reyes davídicos hasta el destierro.
La
razón de estos libros se encuentra ateniéndose a que Ciro el persa autoriza el
regreso a su tierra a la población de Judá que había sido deportada después de
la caída de Jerusalén en el 587 a.C. Comienza entonces una nueva etapa para
Israel y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de la
reconstrucción nacional y religiosa, lo que era un notable desafío. El profeta
Natán había prometido a David una dinastía eterna y otros profetas un futuro
glorioso, pero todo eso se ensombreció con el destierro. Entonces se tornaba
imperiosa una reinterpretación de toda la historia de Israel. De allí que el
foco del relato se pone en el reinado de David y en la restauración de la
comunidad judía, en torno al Templo.
Crónicas
muestra un gran interés por el Templo. El clero desempeña en esta obra un papel
preponderante: no sólo los sacerdotes y levitas, sino también las clases
inferiores del clero, los porteros y los cantores, equiparados en adelante a
los levitas. La santificación del clero se extiende a los seglares mediante la
participación de éstos en los sacrificios de comunión, que recuperar su antigua
importancia.
La
larga historia de Crónicas gira siempre en torno al Templo de Jerusalén y su
culto, desde los preparativos que lleva a cabo David para que lo construya
Salomón, hasta la restauración llevada a cabo por la comunidad vuelta del
destierro.
Hay
un aspecto importante que destacar: la idealización que tiñe a Crónicas. Es
como una intelección (también un sueño ideal) de que “Israel” no es sólo Judá,
sino también el reino del norte (no obstante su apostasía), más aún también
comprende a los mismo paganos, es como el sueño de la unidad de las Doce Tribus
en torno a David y de todo aquél que se considere que integra el pueblo fiel
con el que Dios ha celebrado su alianza en otro tiempo y la renovó en la
persona de David. Es que en David, es la línea de los libros, se realizaron del
mejor modo las condiciones de la teocracia del reino de Dios sobre la tierra; y
en el espíritu de David debe vivir la comunidad, con un afán constante de
reforma que es una vuelta a las tradiciones, para que Dios le conserve su favor
y cumpla sus promesas.
En
el afán de que todo eso se concrete, omiten los libros información de aspectos
negativos de la vida de los héroes y del pueblo mismo, consignando solo lo que
estima provechoso para su fin. Se guarda silencio sobre el período de cincuenta
años del desierto.
El
autor escribe no para reconstruir el pasado, sino para los contemporáneos. Para
hacer presente que la vida de la nación depende de la fidelidad a Dios y que
esta fidelidad se expresa mediante la obediencia a la ley y la regularidad de
un culto animado por la verdadera piedad. Quiere hacer de su comunidad, una
comunidad santa, en cuyo favor e realicen las promesas hechas a David. Este el
mensaje que incide hoy en el siglo XXI, en el que ese deseo de santidad y de
fidelidad a la Palabra de Dios y su obra en el mundo ha decaído
notablemente parece entorpecer la
instauración del Reino de Dios.
LIBRO
DE ESDRAS
Es
un libro autónomo respecto del de Nehemías, división que recién aparece en el
siglo XV. Escrito en hebreo, salvo dos partes en arameo: Es 4, 8-6,18 y 7,
12-26.
Es
de un autor distinto al de los libros de Crónicas. En un tiempo se pensó que
los cuatro libros eran de un solo autor, pero actualmente los estudiosos están
en su mayoría contestes en que no hay que atribuir las obras a un mismo autor
sino a “una misma inspiración”. La
última redacción se la ubica alrededor del año 300 a.C.
Su
estructura es simple: 1-6 desde el decreto de Ciro hasta la construcción del
templo; 7-10 envío de Esdras a Jerusalén: compromiso con la ley (alianza).
En
su primer año de reinado en Babilonia, el rey persa Ciro (538 a.C.), movido por
Yahvé dicta un edicto en el que da a conocer que el Dios de los cielos le ha
encargado construir un templo en Jerusalén. Con ese objetivo, los deportados
deben volver a su tierra y serán respaldados por los vecinos en la construcción con oro,
plata, hacienda y ganado. Ciro restituye los utensilios del templo y se los
entrega a Sesbasar, jefe de Judá, Es
1,1-8.
De
ese modo, beneficiados por la política tolerante de los persas que habían
invadido Babilonia, los de la familia de Judá, de Benjamín, los levitas y todos
los que eran movidos por Dios regresaron a Jerusalén. Por cierto que el regreso
fue duro por el desierto y porque los que habían quedado no les reciben bien.
Comenzaron la reconstrucción entre cantos de los sacerdotes que alababan al
Señor “porque él es bueno, porque es eterno su amor a Israel”, Es 3, 11..
Los
samaritanos enemigos de los judaítas y
benjaminitas, que querían tomar parte en la construcción, formalizaron
denuncias contra ellos, al punto que se suspendió por un año, hasta que luego
de investigar el edicto de Ciro, con la intervención de los profetas Ageo y
Zacarías, el rey persa Darío autorizó la prosecución de la obra. Es 1-6.
En
el cap. 7 aparece Esdras. Es un escriba encargado de los asuntos judíos en la
corte de Persia, proviene de la familia sacerdotal de Aarón. Llega a Jerusalén con una nueva caravana.
Viene provisto de un decreto que le concede facultades para imponer a la
comunidad la ley de Moisés, reconocida como ley real. Se ve precisado a tomar
medidas en relación al culto, la administración de justicia y la instrucción de
la ley de Dios. Para mantener la identidad del pueblo prohíbe los matrimonios con mujeres extranjeras,
incluso si ya tuvieron hijos de esas uniones, y despidieron a las mujeres e
hijos, Es 7-10. Asimismo se impidió participar en la construcción del templo a
quien no fuera israelita.
De
ese modo se preservaron la identidad, las costumbres y la religión del pueblo
israelita, y la institución del Templo funcionó aún sin rey. Se unen en un solo
Dios, en la pertenencia a Yahvé, en un solo Templo y en la lectura de la Ley y
de los profetas. La separación con los gentiles será la que Jesucristo vendrá a
superar, pues si bien la Ley conserva todo su valor, la misericordia de Dios
llega a todos los hombres. Esdras es un modelo de cómo mantener la identidad de
un pueblo, y en la Iglesia la identidad se mantiene mediante la fidelidad y
santidad de sus miembros en medio del mundo.
LIBRO
DE NEHEMÍAS
Inicialmente
iba junto al de Esdras, pero la tradición latina de la Vulgata los han separado
y a partir del siglo XV d.C. la separación se extiende a la versión hebrea.
El
contexto en que parece este personaje es que en Jerusalén las cosas no iban
bien. La reconstrucción de toda la ciudad avanzaba lentamente y sus muros aún
estaban en ruinas. Levantarlos era una obra de gran envergadura y era necesario
un impulso grande para acometerla. Ese impulso llega de Nehemías, que era un
judío exiliado que vivía en Susa bajo el imperio persa, y se había ganado el
puesto de copero del rey de Persia, o sea de encargado de la bodega y de la
bebida.
Relata
el libro que en el año veinte del rey Artajerjes, llega a Susa un hermano de
Nehemías, Jananí, junto a otros, procedente de Judá. Jananí le comenta lo
ruinoso de Jerusalén, el mal estado de sus puertas y sus muros, y las
dificultades en su restauración. Ello entristece a Nehemías quien, en un acto
de contrición por sus pecados, recibe la
inspiración de volver a Jerusalén. Dando de beber vino al rey Artajerjes
obtiene autorización para regresar y medios materiales para reconstruir las puertas, las murallas y la
casa en que se instalará, como así hombres que le escolten y ayuden, y
salvaconductos indispensables, Neh 1
En
Jerusalén movilizó a los israelitas y en dos meses reconstruyeron las murallas
y las puertas, no obstante la oposición de Sambalat, el joronita, Tobías, el
siervo amonita, y Guesén, el árabe.
Repobló a Jerusalén reuniendo a los dispersos.Neh 2-7. Todo la parte
esto implicó gastos y por tanto impuestos, sumado a penurias económicas que ya
arrastraban lo que produjo que la población afectada se quejara a Nehemías por
su padecimientos. Nehemías dispuso que los acreedores condonaran las deudas y
devolvieran a cada quien lo que le habían quitado en campos y productos, Neh 5.
Así se logró la paz social.
Después
se congregaron durante 7 días seguidos en la plaza y Esdras, el sacerdote,
trajo el libro de la Ley de Moisés (el Pentateuco como estaba en esa época) y
lo leyó diariamente y el octavo día se realizó una asamblea solemne. Como consecuencia se realiza un compromiso
general de caminar en la Ley de Dios y a guardar sus mandamientos dados a
Moisés, a no abandonar jamás al Templo y contribuir con lo necesario para su
sostén y los holocaustos.
En
el centro del libro de Nehemías se destaca la promulgación de la “Ley de
Moisés”, Neh 8, que a partir de ese momento adquiere un relieve especial en el
pensamiento y en la espiritualidad de Israel. El pueblo queda organizado sobre
la base de un código escrito, que es la ley recibida de Dios por medio de
Moisés. Esto tiene particular valor desde el momento en que ha desaparecido la
monarquía, que antes había sido el signo de unidad del pueblo. Esta concepción
del pueblo centrado en la Ley es lo que se llama “el judaísmo”.
Después
de finalizar su primer mandato como gobernador de Jerusalén, Nehemías pasó un
tiempo en Persia. Pero antes de la muerte de Artajerjes I (en el 424 a. C.),
obtuvo una nueva autorización para ir a Jerusalén y allí se encontró una vez
más con un estado de cosas que le obligó a tomar drásticas medidas. Así, como
el encargado del Templo, el sacerdote Eliasib había dado dentro de él una
habitación a Tobías, el amonita, sacó fuera todas las cosas de éste y mando
purificar los aposentos, y como uno de los yernos de Eliasib era nieto del
gobernador Sambalat de Samaría, expulsó
a los extranjeros del recinto, y prohibió los matrimonios con mujeres extranjeras
y puso fin a las transgresiones al descanso sabático. Como no se pagaban los
diezmos al Templo, y los levitas y cantores al no recibir suficientes
provisiones se volvían a sus propias tierras, exigió la estricta observancia de
lo establecido en la ley respecto del diezmo y nombró una comisión encargada de
velar por su cumplimiento.
El
recuerdo que tendrá de Nehemías la historia es esencialmente el de constructor,
tal como atestigua el Sirácida en su elogio de los Padres: “es grande la memoria de Nehemías, que
levantó nuestros muros en ruinas, reparó puertas y cerrojos y restauró nuestras
moradas» (Eclo 49,13). Su recuerdo se conserva también en una carta escrita el
164 a. C., con la que se abre el segundo libro de los Macabeos: "Se dice
además que (Nehemías) reunió una biblioteca y puso en ella los libros de los
reyes, de los profetas, de David, y las cartas reales relativas a las ofrendas»
(2 Mac 2,13).
Nehemías
fue un importante restaurador de la igualdad social, pero no por esto es
recordado. Fue un verdadero reformado que posibilitó se mantuviera viva la
tradición y la religión de los antepasados.
PRIMER
LIBRO DE LOS MACABEOS
Del
primer libro de los macabeos solo se tiene una versión griega, y fue redactado
en hebreo hacia el 104 a.C y escrito en Palestina. El autor escribe claramente
para alabar a la dinastía asmonea, y el relato acaba con el advenimiento de
Juan Hircano (en el 134 a.C.). El estilo es el de un libro de historia. Del
autor del libro no se sabe de modo directo, pero podría ser un saduceo, por su
forma de pensar
El
nombre de “Macabeos” se da a todos los hijos de Matatías por extensión, pues en
realidad solo uno de ellos, Judas, es el que recibe ese sobrenombre, 1Mac 2,4;
2Mac 8,1, y que tradicionalmente se ha interpretado como “martillo”, aunque hay
quienes sostiene que en realidad significa “el que hace terminar” (la
persecución).
Había
un lugar que simboliza el reino de Dios: el templo. A su vez, la ley mosaica
señalaba a los ojos de las naciones el carácter específico de sus seguidores
como súbditos del Señor. Esta es la razón de por qué tantos reyes de imperios
distintos y a lo largo de siglos tenían como obsesión llegar y saquear el
templo, siendo que Jerusalén desde el punto de vista geográfico y económico no
era de significación. Y por esa misma razón, la mayoría de sus habitantes estaban
dispuestos a defender el templo con sus vidas.
Pero
había algunos clanes sacerdotales que opinaban que el culto judío merecía estar
plenamente en la modernidad helenista. Esta corriente coincidía con los
intereses del rey seléucida Antíoco IV, que imperaba en Siria, al punto en el
año 167 se entronizó en el templo la estatua del Baal celestial, helenizado
como Zeus dios de Israel, mientras que quedaban abolidas la circuncisión y
varias reglas alimenticias. Este episodio se llama “abominación de la
desolación”. Comenzó entonces la persecución contra los israelitas que se
negaban de varias formas a aceptar estas innovaciones.
Ante
los avances del helenismo que invade Jerusalén y profanan el templo, los libros
de los Macabeos se hacen eco de una resistencia pasiva inicial, en la que
algunos eligieron retirarse a las grutas y otros escondites. Estas gentes
“amantes de la justicia y el derecho” huyen al desierto,1 Mac 2,29, incluyen a
los hasidim (círculos pietistas de escribas), a los que los Macabeos pronto van
a convencer para tomar parte en la resistencia armada. El autor de 1Mac, que se
dedica a elogiar a la dinastía asmonea, valora al antepasado, el sacerdote
Matatías, quien, con sus cinco hijos, desertó de Jerusalén y se estableció en
Modin, 1Mac 2,27. Es ahí donde lleva a cabo su primer golpe de fuerza contra un
oficial real; es desde ahí desde donde se retira a las montañas, siendo
confiscados sus bienes; desde ahí lanza su llamada: “todo aquel que sienta celo
por la Ley y mantenga la alianza, que me siga”, 1Mac 2,27.
Después
del sangriento sábado de 1Mac 2,31-38, los partidarios de Matatías toman la
decisión de que, si quieren salvar el sábado, hay que luchar aunque sea día
sábado, contra la propia regla del sábado, 1Mac 2.41. Era preciso armarse y
ofrecer la vida por defender los derechos de Dios. Era preferible morir antes
que infringir las costumbres judías, 1Mac 1,62-64.
Matatías,
y luego su hijo Judas el macabeo con sus hermanos, se van al monte y organizan
la resistencia. Su guerra subversiva acabará con la liberación de Jerusalén en
el año 165. Los hermanos de Judas, y luego sus descendientes restablecerán
durante algún tiempo el reino de Israel.
El
libro narra las gestas de los Macabeos, inicialmente Matatías y luego sus
hijos, Judas, principalmente, Jonatán y Simón. Describe todas las estrategias,
batallas, victorias, muertes, padecimientos, períodos de tranquilidad,
restauración y purificación del templo varias veces saqueado, pactos con Roma,
traiciones, y episodios vinculados. Acaba con la subida al poder de Juan
Hircano, hijo de Simón.
El
mensaje religioso es que el autor de 1Mac está firmemente convencido de que
Dios ha elegido a su pueblo, al que identifica ahora con “los judíos”, entre
todos los pueblos de la tierra, y de que no lo abandona en los momentos de
desgracia. Pero para obtener el favor divino hace falta que los judíos cumplan la
Ley, imploren la salvación y pongan toda su energía en conseguirla. Es lo que
hicieron Matatías y sus hijos, de tal forma que se convirtieron en instrumentos
de Dios para salvar la religión de Israel y obtener la independencia política.
Dios presta su ayuda a quienes cumplen la Ley y ponen todo el esfuerzo posible
en sacar adelante las empresas en favor de la libertad y de sus conciudadanos,
porque es Todopoderoso. Lo deja algo perplejo es que en el libro no aparece el
nombre de Dios, sino que es sustituido por “el Cielo”. Quizás sea porque
respondía a la costumbre de no mencionar el nombre de Dios, Yahvé.
SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS
El
segundo libro de los Macabeos se presenta, en griego, como un resumen de cinco
libros compuestos por un tal Jasón de Cirene, 2Mac 2,19. La obra termina con la
victoria de Judas Macabeo sobre Nicanor (en el 160 a.C.). Es de estilo
hagiográfico, valora el Templo y a los héroes que dan su vida por el judaísmo.
De
aquellos libros de Jasón no se tienen datos de cuándo fueron escritos, aunque
tampoco se conoce si realmente existieron, y no fue sino un recurso literario
del autor de 2Mac para dar relieve a su obra.
Referido
al, lugar, época, estilo, título, nos remitimos a lo expuesto en ocasión de
comentar el Primer Libro de los Macabeos. El autor aparece distinto al relación
a aquél. Así, por ejemplo, mientras en el primer libro no aparece la creencia
en la resurrección, en éste aparece claramente puesta de manifiesta la creencia
en la vida después de la muerte y en la resurrección del cuerpo.
Este
segundo libro no es continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya
que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el
175 y el 160 a.C., tomados de un poco más atrás. Como lo señala su autor, 2Mac
2,23, él se limitó a resumir una obra mucho más extensa (cinco volúmenes). La
fecha de su redacción no es compartida, hay quienes le ubican antes del
primero, y otros después.
Como
nota distintiva del primer libro, entre otras, es que éste comienza con dos
cartas de los judíos de Jerusalén dirigidas
a los judíos de Egipto. En la primera,
se les invita a celebrar en unión la fiesta de la Dedicación del Templo.
En la segunda, que es anterior y bastante extensa, parece escrita pocos días
antes de la Dedicación del Templo en el 164 a.C., con el fin de poner en
relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco, 2Mac
1, 18. Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV, en esta carta
se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo
en la época de Nehemías. Ambas van seguidas de un prólogo del autor en el que
explica su intención.
Después
siguen los capítulos 4-15 que describen las intrigas, revueltas, persecuciones,
batallas, estrategias, ambiciones, muertes, sucesiones, traiciones, derrotas y
victorias.
En
este libro sí se nombra a Dios, y Dios es presentado como el que busca siempre
el bien de su pueblo. Incluso cuando vienen desgracias sobre este, se trata de
un castigo corrector por parte de Dios, para que en ellas se muestre la
fidelidad heroica de algunos de sus miembros y no tener que castigarle después
con más severidad, 2Mac 5, 18; 6, 14-16. Es precisamente la fortaleza y
fidelidad de los mártires lo que hace cesar la ira de Dios y cambiarse en
misericordia, 2Mac 7,33. Además de intervenir en forma extraordinaria a favor
del Templo, 2Mac 3,25, y de los combatientes, enviando sus ángeles a ayudarles,
2Mac 10,29; 11,8; 15,22, Dios actuará con su poder creador a favor de los
mártires resucitándolos de nuevo y devolviéndolos a la vida, 2Mac 7,9.23-42;
14,46. También Dios actúa con los impíos y pecadores inflingiéndoles castigos
según sus pecados, 2Mac 3,27; 9,18; 15,29-34. A veces Dios aparece cumpliendo
inexorablemente la ley del talión y, en este sentido, no perdona a los enemigos
de Israel, ni aun cuando se arrepienten de su conducta, 2Mac 9,13.
Se
muestra la eficacia de la oración, 2Mac 3,22, y le piden que mande ángeles
protectores, 2Mac 11,6.
Revela
el libro a través de sus historias piadosas la espiritualidad de los fariseos
que comienzan a “separarse” (este sería el significado de la palabra “fariseo”),
por el ideal de pureza, de los demás judíos y de los descendientes de los
macabeos, c 7, martirio de los siete hermanos; fe en la resurrección, 12, 38-4.
RUT
El
libro de Rut es una novela que habría sido escrito después del exilio de
Babilonia, entre el 520 y el 450 a.C. Si bien se desconoce el autor, podría ser
una mujer escriba, es decir, iniciada en el arte de la escritura, y que, en una
sociedad netamente patriarcal, explicita valores femeninos por los que aparece
como precursora de derechos que se consagrarán siglos más tarde. Así, pasan por
la trama mujeres que deciden su destino, que toman la iniciativa para casarse,
que son solidarias, que rompen reglas de exclusión de extranjeros.
Una
familia, esposos y dos hijos varones, salió de Belén por fala de pan y fueron a
residir en Moab. En su momento los hijos varones se casaron dos moabitas, Orfá
y Rut. Fallecen los tres varones, el padre y los dos hijos. La madre, Noemí,
decide regresar a Belén pues se enteró de que ya no había hambruna. Las dos
nueras quieren acompañarla, pero Noemí se resiste. Finalmente, Orfá se queda en
Moab, y ante la insistencia de Rut, ésta acompaña a Noemí en el regreso y se
queda con ella, c 1.
Ya
en este capítulo se destacan: a) la decisión de Noemí de regresar a Belén, y
regresar “sin nada”, 1,21, y con amargura, 1,20, pero es una mujer determinada;
b) la actitud de Rut, acompañar a su suegra, en vez de buscar marido, más aún
de asumir algo extraordinario: “tú Dios será mi Dios”, 1,16. Rut abandona su
pueblo, su identidad, su dios, su familia, y se lanza a lo desconocido, y
hubiera podido terminar mal, una excluida o sometida más; se juega
solidariamente por su suegra, y se convierte a Yahvé, y adquiere una nueva
identidad. Rut es prototipo del “prosélito” que abandona los cultos paganos
para adorar al Dios de Israel.
Yendo
a recoger espigas al campo se encuentra con su propietario Booz, quien la acoge
y facilita su labor. Le comparte a Noemí, quien le advierte que es pariente que
puede representarlas y le da instrucciones para que se relacione con él. Booz
sabe que hay otro pariente cercano que tiene el derecho de rescate. Este
pariente no ejerce ese derecho para no perjudicar a sus herederos, y sella un
pacto con Booz quitándose la sandalia, c 2-3.
En
esta parte de la obras puede señalarse: a) Rut, mujer, va a trabajar en el
campo, por ella y por su suegra; b) Booz se muestra generoso y solidario, y le
proporciona ayuda gratuitamente; c) aparece la figura jurídica del levirato: Dt
25, 5-10: si varios hermanos viven juntos y uno que está casado fallece sin
hijos, un hermano suyo debe tomar por esposa a la mujer y tener hijos y el
primogénito llevara el nombre del difunto para que “su nombre no se borre de la
tierra”, Dt 25,6; en el caso, había un pariente –que no era hermano del
difunto- cercano, e igual se aplicó el levirato, si no lo ejercía era infamado
por la viuda delante del pueblo quien le quitaba la sandalia; aquí no lo
ejerció para no perjudicar a sus herederos, pero pacta con Booz, que era el
pariente cercano que seguía en el orden, que lo ejercite en su lugar. Se suma
la figura del go’el, del rescatador,
protector, que debía hacer cargo de proteger a la familia en determinados
casos, en este a Noemí, viuda sin hijos, y a Rut, también así. Booz asumirá esa
función. En el NT será Jesús. El gesto de quitarse la sandalia, es el modo de
sellar el pacto, si no ejercía el levirato era la viuda la que le quitaba la
sandalia, aquí el parienta se la quita él mismo, significando que hay otro que
se hará cargo por él y que aceptó.
Booz
cumple su promesa y se casa con Rut. Tienen un hijo que lo llamaron Obed. Noemí
tomo el niño en sus brazos y se encargó de criarlo. Booz fue el padre de Obed,
Obed el padre de Jesé, y Jesé el padre de David, c.4.
Con
ese final de novela a toda orquesta concluye el relato. Noemí, de “sin nada”
pasa a tener recibe la bendición de un nieto. Rut en iguales condiciones será
la abuela de David, como Booz su abuelo. Una moabita en el camino del linaje de
David del que descenderá Jesús, muestra de la universalidad del Dios de Israel
que no limita su protección a los israelitas sino que protege a todos sus
fieles y a los extranjeros que se refugian bajo sus alas, 2, 12. En Dios no hay
acepción de personas. La incorporación de una moabita al pueblo de Yahvé se
presenta como un auténtico anticipo de la misión universal confiada por Cristo
a su Iglesia..
Otra
nota importante, a más de las ya expuestas, es la confianza en la providencia
de Dios que invocan las mujeres en medio de la adversidad en que están
situadas, y Dios provee lo que piden.
ESTER
El libro de Ester pertenece al género
literario de la novela histórica. Está ambientado en la capital persa de Susa
durante el reino de Asuero (o Jerjes), quien gobernó entre los años 486 y 465
a.C. Escrito originalmente en hebreo, en la versión griega se la agregaron
textos que han sido aceptados por la Iglesia Católica como inspirados. Esas
secciones griegas son deuterocanónicas.
La versión agrega a la hebrea los
siguientes complementos: sueño de Mardoqueo, 1, 1a-r; y su explicación, 10, 3
a-k; dos edictos de Asuero, 3, 13 a-g y 8, 12 a-v; oraciones de Mardoqueo, 4,
17 a-i; oraciones de Ester, 4, 17 k-z; otro relato de la gestión de Ester ante
Asuero, 5, 1 a-f y 5, 2 a-b; un apéndice que explica el origen de la versión
griega, 10, 3 l. Esos añadidos griegos se designan en las traducciones
católicas con letras minúsculas en cada versículo.
La estructura del libro es simple: a)
los judíos ven amenazadas sus vidas; b) se planea la forma de salvarse; c) se
ejecuta y se elimina al enemigo; d) el pueblo de Israel se toma venganza de sus
enemigos; e) se celebra el triunfo y la liberación.
El libro de Ester comienza con la
negativa de la reina Vasti a presentarse ante el rey y la gente que participaba
en un banquete para ser exhibida. Se la destrona y los cortesanos hacen traer a
las vírgenes del imperio para que ocupe su lugar. Entre ellas está Ester que es
huérfana judía, mientras que su primo y guardián Mardoqueo es un funcionario de
la corte. Agradó Ester al rey y así fue coronada reina. Mardoqueo se enteró de
una conjura en contra de la vida de Asuero, y le avisa por medio de Ester.
Asuero salva su vida. Amán, que era el más alto funcionario del rey, ante la
negativa de saludarlo protocolarmente de Mardoqueo como correspondía,
encolerizado logra que el rey emita la orden de matar a todos los judíos del
imperio un día determinado que fue echado a suerte “pur”. Siguiendo
instrucciones de Mardoqueo, Ester se las ingenia para procurar del rey que
revoque esa orden. El rey, como no había gratificado a Mardoqueo, y quiere
hacerle, escucha a Ester que pide dejar sin efecto esa orden, y lo logra,
quedando autorizado los judías a defenderse de sus enemigos. Más aún, Ester
obtiene que Asam sea condenado y ahorcado.
El día indicado, los judíos atacaron a sus enemigos y los mataron de a miles. Festejaron a partir de ahí la fiesta de “purim”. Y Mardoqueo quedó como funcionario más encumbrado del reino.
Entre las notas propias del libro, se
destaca como Ester es una mujer marginal en el sistema, judía y huérfana, y,
sin embargo, se juega la vida, y con su seducción ante el rey, logra salvar al
pueblo judío por su mediación.
A su vez, los judíos no solo se salvan,
sino que también se vengan y celebran su fiesta, recordada hasta hoy en la
fiesta del purím en la que leen pasajes del libro de Ester.
Ahora, en este libro, en la versión
hebrea, no se menciona a Dios, ni a las leyes mosaicas, ni se alude a ninguna
intervención divina; en cambio, en el complemento deuterocanónico aparece con
frecuencia.
TOBÍAS.
El
libro fue escrito en Palestina, a mediados del siglo II a.C. en una atmósfera
de efervescencia nacional y religiosa que la sublevación de los Macabeos había
generado. Es un libro deuterocanónico. El original del libro es semítico, pero
se ha perdido En Qumran se han encontrado cuatro fragmentos en arameo y una
manuscrito en hebreo
Ahora, los protagonistas se ubican fuera de Palestina, y esto es importante, ya que la enseñanza principal está destinada a sostener la fe de los judíos dispersos en ambientes paganos y casi siempre hostiles. Para animarlos a mantenerse fieles al Señor, aun en medio de las pruebas, el autor les propone un modelo ejemplar en la figura de Tobit, padre del joven Tobías. Muestra que Dios cuida de que los creyentes experimenten su protección aun en situaciones desesperadas en la diáspora, incluso quizás de modo especial en la diáspora.
La
estructura del libro es: 1, 1-2 encabezamiento; 1,3-3,17 descripción de los
apuros de Tobit y Sara; 4-5 preparativos para el viaje; 6 enseñanza de Rafael
durante el camino; 7-11 boda y regreso; 12 discurso de Rafael; 13 canto de
alabanza de Tobit; 14 exhortaciones conclusivas.
El
libro de Tobías es una historia de familia. Tobit, un deportado de la tribu de
Neftalí, piadoso, observante, caritativo, queda ciego en Nínive. A su vez, su
pariente Ragüel, en Ecbátana, tiene una hija, Sara, que ha visto morir
sucesivamente a siete prometidos, muertos en la noche de las bodas por el
demonio Asmodeo y se ha convirtió en objeto de escarnio de su entorno, 3, 7.
Tobit y Sara, cada cual por su parte, piden a Dios que los libre de esta vida.
Dios
escucha esas oraciones y envía a Rafael, un ángel protector, para curar a los dos. A Tobit de la ceguera, y a Sara
para que se case con Tobías, el hijo de Tobit. Asimismo, Tobit recuerda que
había dejado a Gabael, en Media, un dinero suyo en depósito, e instruye a
Tobías para recuperarlo, a la par que le da sabios consejos morales para una
vida recta y de caridad observando los preceptos de Dios, c 4.
Buscando
un acompañante que conociera la ruta para el viaje, encuentra en el camino a
Rafael, pero no sabe que es un ángel de Dios. Le avisa a su padre que ya tiene
compañero de viaje, y éste quiere conocerlo. El ángel se presenta como
“Azarías, hijo de Ananías, uno de tus parientes” 5,13.
Parten
en viaje, y durante el camino, en ocasión de una baño en el Tigris, Tobías, por
orden de Rafael agarra un pez y, dirigido por el ángel, le descuartiza, y
reservan unas partes (hígado, el corazón y la hiel) como remedios para el
demonio y contra la ceguera del padre de Tobías. A su vez, Rafael refiere a
Tobías las buenas cualidades de Sara, la hija de Gabael, y que por el
parentesco, le pertenece a él tomarla como esposa, según la ley de Moisés, 6,
2-19, y que nada puede hacer el demonio si quema esas partes del pez como
incienso en la cámara nupcial.
Tobías
y Rafael son bien recibidos por Gabael, su esposa y Sara, y se acuerda y
realiza el matrimonio. Se hizo como dijo Rafael y el demonio huyó. Se celebran
catorce días de fiesta nupcial. Rafael va a lo de Gabeon y vuelve con él y con
el dinero. Regresan a Nínive, se encuentran con Tobit y con los remedidos que
traían curan su ceguera. Todo es algarabía y agradecimiento a Rafael, quien
revela su identidad. Tobit entona un canto de alabanza a Dios, a quien llama
Dios eterno, rey, Señor de la justicia, Rey de los elegidos, Rey del cielo.
Concluye el relato resaltando la integridad de Tobit, quien muere a avanzada
edad, no sin antes recomendar a Tobías que abandone Nínive que será destruida.
El
mensaje del libro es que, por un lado no se silencian las faltas ni los caminos
erróneos, pero por otro se pone en relieve que la confianza en Dios es, junto
con la conversión, la base para poder contar con la ayuda de Dios incluso en
situaciones en que la vida se ve amenazada.
JUDIT.
El
libro de Judit fue redactado en Palestina, aunque su autoría no se atribuye a
nadie en particular. Escrito aproximadamente en el siglo II a.C. contiene 16
capítulos, y pertenece a los escritos deuterocanónicos. El original hebreo no
se conservó, pero quedó la versión griega. Su relato se refiere a la época del
reinado de Nabucodonosor (604-562 a.C.).
Es
un novela histórica, dramática, descriptiva y teológica. Tiende a poner en
relieve la confianza en Dios que es fiel a su Alianza, que protege a Israel.
Relata
la novela que Nabucodonosor, presentado como rey asirio, reúne un gran
ejército, y con su general Holofernes a la cabeza, se apodera y somete
sanguinariamente a los pueblos. Cuando intenta avanzar contra Israel, Ajior,
jefe de los amonitas integrado a ese ejército, le advierte que el Dios de
Israel protege a ese pueblo, y que solo si peca contra Dios esa protección le
es retirada. No es escuchado, al contrario, esa sugerencia motiva que sea
condenado a muerte.
Israel
prepara su defensa y se refugia en la ciudad de Betulia, situada entre las
montañas, con la esperanza de que, al ser difícil el acceso, los enemigos
desistieran de su intento. Ante ello, Holofernes implanta como estrategia el
sitio de la zona montañosa, sabiendo que en algún momento los sitiados quedarán
sin agua. Eso sucede efectivamente y, a los 34 días, los israelitas quieren
capitular. Ozías, su autoridad, resuelve que si Dios no les salva en el plazo
de cinco días, se rendirán.
Aparece
Judit en escena interpelando a las autoridades del pueblo por poner plazos a
Dios, y sostiene que solo la fe en Dios puede salvarles, y anuncia una gesta
personal, a la par que formula una oración pidiendo a Dios que intervenga.
Judit,
junto a una servidora, se dirige al campamento enemigo. Holofernes la recibe e
intenta seducirla en un banquete. Judit le sigue el juego hasta el punto de
embriagar a Holofernes que, en esas condiciones, se duerme. Aprovecha Judit y,
con la propia espada del general, le corta la cabeza, la envuelve en una manta
y huye llevándosela con su servidora. De ese modo regresa a Betulia.
Al
ver a su general descabezado, las tropas
del ejército se desconciertan y desmoralizados, se retiran desbandados. Los
israelitas aprovechan para diezmarlo, vencerlo y apoderarse de lo que traían
consigo. Judit entona un himno de acción de gracias y todo el pueblo alaba a
Dios. Ajior asombrado por la acción divina se convierte a Yahvé y al judaísmo.
Concluye
el libro relatando los años finales de Judit y su muerte. Es un final feliz de
larga vida para Judit y reconocimiento de todo el pueblo, que no sufrió nuevos
enbates enemigos mientras ella vivió.
Los
protagonistas de la novela son: Nabucodonosor y Holofernes, Ajior, Judit y
Dios.
Nabucodonosor
no es rey asirio, los asirios había sido destruidos en el año 605 a.C por
Nabucodonosor II. Es rey neobabilónico. Prototipo del soberano impío y
poderoso, opresor y perseguidor del pueblo de Dios. Él y Holofernes son
sanguinarios, crueles, déspotas, ambiciosos. Simbolizan los enemigos de Dios y
del judaísmo. Se mueven por pasiones bajas. Son politeístas.
Ajior
era el jefe del ejército amonita, 5,5, muy conocedor de las creencias de
Israel. Es quien advierte a Holofernes de que el Dios único de los israelitas
protege a los judíos mientras no pequen, 5,21. Evoca la historia del pueblo
elegido, como gesta Dei, 5,5-21; eso le costó ser apresado, condenado a muerte
y entregado en Betulia, 5, 1-13. Llevado a Betulia, es allí bien tratado y
reconocido por su acción, 5, 14-21. Cuando los israelitas vencen al enemigo,
advierte que es una obra de Dios y se convierte a Yavhé y al judaísmo, 14,10.
La
heroína de la novela es Judit, cuyo nombre significa “la judía”. Simboliza a
Israel. Es bella, viuda, rica, creyente, muy piadosa, 8,7-8. Vive recogida en
oración y ayuno, viste sayal, 8, 4-6. Transgresora para la época, se rebela
contra la tradición al no casarse nuevamente y dejar sin descendencia a su
primer marido, 16,22. Mujer de gran valentía, sin temor y mucho coraje.
Comprometida con su pueblo y con la causa justa. Desafía al orden establecido
realizando acciones propios de los varones y vedadas a las mujeres: convocar y
amonestar autoridades, 8, 10-25; imponer decisiones militares, 8,32-35;
enfrentar al enemigo, matar, 10, 11-13,10; hacer oración pública y conducir la
oración, 16, 1-18; dar órdenes a los centinelas, 13,10; hace valer sus dotes de
belleza femenina, 10, 3-7; persuade retóricamente a Holofernes, argumentando
con ambivalencia, ironía y sagacidad, 11, 5-19; preside el cortejo triunfal,
15,11-13.
Judit
es mujer de autoridad y teóloga: más de
convocar y amonestar a las autoridades, sostiene que a Dios no se le pone
plazos, ni condiciones, ni línea de conducta, sino que a Dios hay que pedirle
socorro y esperar la salvación, si a Él le place, 8,15-17; subraya que Dios es
el único Dios, y en eso consiste la esperanza, y que Dios actúa de múltiples
formas, 8,20; enseña que las dificultades son pruebas de Dios, que Dios hiere
no para castigo sino para amonestar, 8,25-27; reconoce a Dios como el Dios de
los humildes, débiles, desvalidos y desesperados, 9, 11; el poder de Dios
radica en que es el Creador, el Rey de todo, en que es Yahvé, Dios de toda
fuerza y poder, y el único protector de Israel, 9, 12-14; revela los frutos del
temor de Dios, 16, 14-16; anuncia el castigo divino en el día del juicio para
quienes se alzaron contra Dios; cumple con los ritos de las ofrendas, 16,9.
Es
mujer de oración, Judit pone todos los problemas ante y en Dios, sustentada en
las accione de Dios en la historia en favor de los antepasados, 9, 2-4; sabe
que Dios actúa cuando se le ora de noche, 12, 6-8; hace oración de súplica:
“¡escucha a esta viuda”!, 9,4; posee fe incondicional en la providencia divina,
9, 4-6; invoca el poder del Nombre de Dios, 9,7; hace oración protección, 9,
14, y de petición, 9, 12-13 y 13, 4-5: adora orando, 10,9; y hace oración
carismática que lleva a todo el pueblo a agradecer y alabar a Dios, 16,1-7
Dios
es mencionado 124 veces, se muestra como el Dios fiel de la Alianza, Dios de
Israel en 5 ocasiones; oye la voz del pueblo y se da cuenta de su angustia,
4,13; es omnipotente y está en el santuario, 4,13; Dios del Cielo le llaman los
paganos al designar al Dios de Israel, 5, 8; es Dios de los antepasados, 7, 28
y 9.2, quebrantador de guerras, 9, 7, Dios Altísimo, 13,18; Dios odia la injusticia,
5,17; protege a Israel si no peca, 5, 20-21; Dios aparece en la creencia de que
castiga por los pecados propios y de los antepasados, 7,28; se revela como Dios
de los humilde, débiles, pequeños, desvalidos y desesperados, 9,11; es adorado
y alabado por la salvación del pueblo de sus enemigos, 16, 1-17.
El
libro deja una importante enseñanza actual. Por un lado, previene que los
enemigos de Dios y de sus seguidores están al acecho para atacar, pero la
verdadera fuerza del creyente no reside en las armas, sino en el auxilio de
Dios y en la piedad del pueblo. A Dios no se le pone plazos, Él obra siempre, y
escucha la oración de fe. Hay que orar en cualquier circunstancia, de diversas
formas y orar carismáticamente. Ser fieles a la Ley de Dios, y dar gracias y
alabar por los beneficios divinos. Pone en relieve el libo el papel
preponderante de las mujeres en el plan de salvación y reconoce su lugar en la
Iglesia y en la sociedad, con perfil de líder carismática. Por último, enseña
que la confianza en que Dios actúa siempre debe llevar a un compromiso de toda
persona y de toda la persona.
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